jueves, 15 de marzo de 2018

Geishas y catrinas juntas en el restaurante Peyote San en Madrid.

Japón y México. Dos culturas que no podrían ser más diferentes entre sí. Las dos exóticas, eso sí, y las dos con mucha personalidad. Por ello la fusión de ambas en el restaurante Peyote San, en Madrid, no pasa desapercibida. El espíritu más callejero de ambas logra que la mezcla de dos estilos e influencias imposibles a priori, casen de manera original.
Situado en el centro de la ciudad, en el barrio de Las Salesas, el restaurante rompe con los esquemas tradicionales de las cocina fusión. Si bien se atreven a mezclar los nigiris con pollo y con mole, la carta contiene platos puramente japoneses y otros exclusivamente mexicanos. En los fogones también hay dos chefs, cada uno especializado en un país.
El concepto de su cocina es fundamental para entender el proyecto de interiorismo, a cargo de Proyecto Singular y con la colaboración de Hisbalit.
La atrevida fusión mexico-japonesa se inspira en el ambiente callejero, urbano e industrial de ambos países. Los suelos son uno de los elementos que más contribuyen a este efecto. Por la contraposición de dos tipos de mosaicos – uno gris y cuadrado, y el otro amarillo y redondo – formando un juego geométrico que recuerda a los pavimentos de las calles.
Amarillo y gris dominan la paleta cromática de todo el local, si bien los colores y los motivos florales impregnan todos los rincones: paredes, mobiliario y telas.
El espacio dispone de varias zonas: una gran barra con mesas enfrente; un salón comedor con una parte más elevada, y una terraza cubierta que funciona como un segundo comedor. El mobiliario es diferente en cada una de ellas, con una gran diversidad de asientos.
La madera, el metal, el cuero y el mimbre predominan entre los materiales. La decoración, por su parte es profusa en detalles populares de las dos culturas. Destacan dos grandes ilustraciones dedicadas cada una de ellas a un país.
Otro contrapunto, a nivel técnico, es el juego de ambientes que se crea entre la intensidad y la seriedad del gris y la luz natural que entra por los grandes ventanales que sustituyen la fachada.
Lo cual, por cierto, permite que los transeúntes puedan contemplar desde el exterior este espectáculo de cruce cultural que la empresa cántabra, especializada en mosaicos de vidrio reciclables y ecológicos, define como “un proyecto divertido y canalla, con mucha personalidad”.
Fotografías: Proyecto Singular e Hisbalit.
Para más información visiten: Proyecto SingularHisbalit
Vía: diarioDESIGN

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